Nombre: 3I Atlas.
Lights: 23
fotografías ( RAW ) de 180 segundos cada una a ISO 6400.
Darks: 30 Bias: 30
Flats: 20 Temperatura: +4º.
Montura: NEQ6 PRO II
Telescopio: SW Newton 200/1000 F5
Cámara: Canon
EOS 600D + corrector de coma + filtro
Optolong L-enhance.
Cámara guiado: ASI 290 MC.
Programa de apilado y procesado: PixInsight.
Luna: Fase de luna nueva
Seeing: El cielo estaba
despejado pero con mucha humedad y sobre las 03:50 empezó a aparecer la niebla.
Durante la madrugada del 23 de diciembre realicé una sesión de
astrofotografía dedicada a un objeto que ha despertado un notable interés y
debate en la comunidad científica, especialmente a raíz de las declaraciones
del conocido físico estadounidense Avi Loeb. Para científicos y astrónomos
aficionados, este objeto es considerado un cometa interestelar, mientras que
para otras personas ha sido interpretado de forma más especulativa como una
posible nave espacial. Se trata de un objeto que, aparentemente, no pertenece a
nuestro sistema solar y que, por razones aún en estudio, ha pasado por sus
proximidades. En realidad, es el tercer visitante interestelar que ha sido
oficialmente catalogado: el objeto 3I/ATLAS.
INFORMACIÓN SOBRE 3I ATLAS
3I/ATLAS fue descubierto
el 1 de julio de 2025 por el sistema automático de telescopios ATLAS, ubicado
en Chile, diseñado para detectar objetos que se mueven rápidamente en el cielo.
Desde los primeros cálculos orbitales quedó claro que no se trataba de un
cuerpo común del Sistema Solar. Su trayectoria es hiperbólica, es decir, no
describe una órbita cerrada alrededor del Sol. Entra desde el espacio
interestelar, se aproxima brevemente y luego se aleja para siempre, sin
posibilidad de quedar atrapado por la gravedad solar. Esta característica,
junto con su elevada velocidad, confirma de forma inequívoca su origen
extrasolar.
Las observaciones
posteriores revelaron que 3I/ATLAS no es simplemente una roca inerte, sino un cometa
interestelar. A medida que se acercó al Sol comenzó a mostrar actividad: se
formó una coma, una nube difusa de gas y polvo alrededor de su núcleo, y
aparecieron colas que se extendían en dirección opuesta al Sol. Este
comportamiento es típico de los cometas y se produce cuando el calor solar hace
que los hielos del núcleo se sublimen, pasando directamente de sólido a gas y
arrastrando partículas sólidas al espacio.
En cuanto a su
composición, los datos indican que está formado por una mezcla de hielos, polvo
y materiales volátiles, similares a los de los cometas del Sistema Solar, pero
con una diferencia crucial: estos materiales se formaron alrededor de otra
estrella. Esto convierte a 3I/ATLAS en una auténtica cápsula del tiempo
galáctica, portadora de información sobre procesos de formación planetaria en
regiones lejanas de la Vía Láctea. Aunque todavía se estudian sus detalles
químicos, se sabe que su estructura responde a procesos naturales bien
conocidos.
El tamaño exacto de su
núcleo es difícil de determinar, ya que la coma lo envuelve y oculta
parcialmente. Las estimaciones actuales sitúan su diámetro en un rango
aproximado que va desde unos cientos de metros hasta varios kilómetros. No fue
visible a simple vista desde la Tierra y, incluso con telescopios, apareció
como un objeto tenue y difuso, lejos de la imagen espectacular que ofrecen
algunos cometas brillantes. Sin embargo, su valor científico supera con creces
su discreto aspecto.
Al igual que otros
cometas, 3I/ATLAS desarrolló más de una cola: una formada por polvo y otra por
gas ionizado, moldeadas por la radiación solar y el viento solar. No posee
volcanes activos en el sentido clásico, como los de la Tierra, ya que no hay
magma ni calor interno significativo. Lo que sí presenta es una actividad que
podría describirse como “volcanismo frío”: chorros de gas y partículas
producidos por la sublimación del hielo, un proceso habitual en los cometas
cuando se aproximan al Sol.
Su punto de máximo
acercamiento al Sol, conocido como perihelio, ocurrió entre el 29 y el 30 de
octubre de 2025, cuando pasó a una distancia de aproximadamente 1,4 unidades
astronómicas, es decir, algo más lejos del Sol que la órbita terrestre.
Posteriormente, el 19 de diciembre de 2025, alcanzó su mayor proximidad a la
Tierra, a unos 270 millones de kilómetros, una distancia completamente segura
que no supuso ningún riesgo para nuestro planeta.
La velocidad de 3I/ATLAS
es otro de sus rasgos más llamativos. Se desplaza a decenas de kilómetros por
segundo, alcanzando valores cercanos a los 68 km/s en el perihelio. Esta
velocidad no es constante, ya que aumenta al acercarse al Sol y disminuye al alejarse,
pero siempre permanece muy por encima de la necesaria para escapar del Sistema
Solar. Tras su breve visita, continuará su viaje hacia el espacio interestelar,
probablemente durante millones de años, sin volver a cruzarse con el Sol.
Su origen exacto no puede
determinarse con precisión, pero los modelos indican que procede de una región
antigua de nuestra galaxia, posiblemente del llamado disco grueso de la Vía
Láctea. Esto sugiere que podría ser incluso más antiguo que el propio Sistema
Solar, lo que lo convierte en uno de los objetos más antiguos jamás observados
de forma directa en nuestras cercanías cósmicas.
La naturaleza inusual de
los objetos interestelares ha dado lugar, en algunos casos, a especulaciones.
En el caso de 3I/ATLAS, algunos lo consideraron inicialmente un asteroide
debido a su débil actividad temprana, mientras que otros, fuera del ámbito científico,
llegaron a sugerir la posibilidad de que fuera una nave espacial. Sin embargo,
las observaciones detalladas no dejan lugar a dudas: su comportamiento, su
composición y su evolución encajan perfectamente con los modelos de un cometa
natural. No existe ninguna evidencia de tecnología, maniobras controladas o
señales artificiales.
En definitiva, 3I/ATLAS no
es solo un visitante pasajero, sino una oportunidad científica excepcional. Su
paso por nuestro vecindario cósmico nos permite estudiar directamente material
formado en otro sistema estelar y ampliar nuestra comprensión sobre cómo se
construyen y evolucionan los sistemas planetarios en la galaxia. Cada objeto
interestelar descubierto nos recuerda que el Sistema Solar no está aislado,
sino profundamente conectado con el vasto y dinámico entorno galáctico que lo
rodea.
Gracias por visitar mi
blog.
Saludos y…….
¡¡¡¡ BUENOS CIELOS
!!!!



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